Antes de que termine el mes de Enero, quería hablar sobre el tema de mayordomía con mis hermanas y hermanos Cristianos.
Si eres un Cristiano Evangélico y estas envuelto en una Iglesia, es muy probable que en algún momento de este mes escuchaste un sermón (o una serie de sermones) sobre el diezmo, ofrendas, o mayordomía.
Es también posible que tu Iglesia aun use el sistema de tarjetas de compromiso, las cuales te permiten especificar cuanto y cuan frecuentemente vas a contribuir a tu Iglesia.
De acuerdo a las estadísticas, la mayordomía es un tema difícil para el pueblo de Dios. Como promedio, solamente el 25% de los Cristianos diezman (i.e., dan una décima parte) de su ingreso a su Iglesia local.
Muchas Iglesias tienden a tener problemas para operar dentro de su presupuesto lo que las obliga a eliminar o limitar sus programas. ¿Como podemos mejorar la situación?
Lo menos que quiero hacer, es hacerlos sentirse culpables por no estar envueltos en un programa sistemático de diezmos y ofrendas. Pero también se que para poder ganar con tus finanzas, tienes que incorporar este elemento de mayordomía.
Creo firmemente que Dios quiere que manejemos Su dinero de acuerdo a Su Palabra. Así que hoy quiero hablar sobre este tema desde Su perspectiva.
Con Dios, igual que con cualquier otra parte de nuestra vida Cristiana, lo más que importa no son necesariamente las acciones que tomamos. Lo más que le importa a Dios es donde están nuestros corazones.
Para ilustrar este punto, voy a usar una de mis historias favoritas del Antiguo Testamento: La Construcción del Tabernáculo (Éxodo 35-40).
El pueblo de Israel había salido de Egipto luego de 430 años bajo el liderato de Moisés. Dios había actuado con gran poder a beneficio de Su pueblo y estaban de camino a la Tierra Prometida. La presencia de Dios estaba con ellos en todo momento (Éxodo 13:21-22). Entonces llego el momento de construir el Tabernáculo.
Esta estructura portátil serviría come el lugar central de adoración para el pueblo de Israel y el lugar en el cual la presencia de Dios estaría con Su pueblo (Éxodo 25:8). El Señor le dio a Moisés las instrucciones para conseguir los materiales para la construcción, la primera campaña de mayordomía en la historia:
1 Jehová habló a Moisés, diciendo:
2 Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.
Éxodo 25:1-2 (Reina Valera 1960)
Quiero que noten un par de puntos. Primero, el llamado fue para todo el mundo en la asamblea. Segundo, a pesar de que el llamado fue a todos, era una ofrenda voluntaria. El pueblo fue instruido a dar de acuerdo a como sus corazones dictaran.
Dios quiere que estés envuelto en la gran aventura de expandir Su reino pero también quiere que tu corazón este comprometido primero.
¿Y cómo respondió el pueblo? Bueno, aquí es que la historia se pone mejor:
20 Y salió toda la congregación de los hijos de Israel de delante de Moisés.
21 Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras.
Éxodo 35:20-21 (Reina Valera)
Todos aquellos que fueron movidos de corazón vinieron y dieron. ¿Cuánto? Miren aquí:
5 y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga.
6 Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más;
7 pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba.
Éxodo 36:5-7 (Reina Valera 1960)
¡Imagínate eso! ¡Más que suficiente para completar el trabajo! Conozco muchos pastores a los cuales les encantaría poder decir algo así. Ofrendas dadas libremente para el trabajo de Dios y en gran abundancia.
¿Pero, de donde sacaron 2M de esclavos Hebreos los materiales para construir el Tabernáculo? Dios ya había provisto:
35 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos.
36 Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.
Éxodo 12:35-36 (Reina Valera 1960)
Dios ya había provisto lo que necesitaban. De lo que proveyó, le pidió al pueblo que dieran para que el trabajo se pudiera completar. No porque Dios necesita el dinero, sino porque nosotros como Su pueblo necesitamos experimentar el gozo de dar.
A Dios le agrada cuando obedecemos de corazón. El ha provisto lo que necesitas y lo va a continuar haciendo. Así que empieza hoy: no esperes otro mes antes de comprometerte a un esfuerzo sistemático de dar como parte de tu presupuesto mensual.
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Más bienaventurado es dar que recibir’.
Hechos 20:35 (Reina Valera 1960)
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