Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.
Lucas 12:15 (LBLA)
Ahora que estamos llegando al final del Mes de la Educación Financiera, quería tocar el tema fundamental de la generosidad.
La generosidad es un músculo financiero que se debe ejercer a menudo para que se pueda desarrollar.
Ves, yo estoy muy interesado en que te vaya bien con su dinero y que puedas prosperar económicamente.
Pero aparte de esa preocupación, tengo una preocupación mayor.
Quiero asegurarme de que el dinero no llegue a ser la prioridad principal en tu corazón.
Quiero que tengas la perspectiva adecuada con el dinero ahora, con el fin de que en la medida que prosperes, las riquezas sean una bendición para ti y no una maldición. No quiero que tengas un problema con las riquezas.
Jesús nos conoce y sabía la gran tentación que las riquezas pueden ser para todos.
Creo que esa es una de las razones por las cuales Él habló tan a menudo sobre el contexto adecuado para los bienes materiales.
En una ocasión, mientras enseñaba, un hombre le pidió que pasara juicio sobre una herencia familiar entre él y su hermano.
Parecía que uno de los hermanos que, probablemente, se desempeñaba como el ejecutor del estado, estaba reteniendo los bienes de los demás.
Curiosamente, Jesús se negó a involucrarse en la disputa familiar. En cambio, tomó la oportunidad de enseñarnos una gran lección acerca de cómo manejar las riquezas.
Puedes encontrar el texto completo de Su enseñanza en Lucas 12:13-21.
La Pregunta sobre Las Riquezas
16 También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho.
17 Y pensaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”
Esta es la historia de un hombre que trabajó duro y su tierra era muy productiva. Obviamente, él había sido bendecido en su diligencia.
En primer lugar, quiero recordarles que no hay condenación para la creación de riquezas que vienen a través de la obra de tus manos.
Pero también ten en cuenta que el producto de la tierra de ese hombre era más que suficiente para mantenerse a sí mismo. Él tenía más de lo que podía almacenar en sus graneros existentes.
Así que, lógicamente, la pregunta era: ¿qué hacer con esa abundancia?
El Problema con Las Riquezas: La Avaricia
18 Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes.
19 “Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete.”
Aquí está el problema, ese hombre en vez de considerar cómo bendecir a otros con su abundancia, se había vuelto hacia adentro de sí mismo.
Justo en el versículo 18 hay 3 usos de una forma del pronombre «yo» y 3 usos del posesivo «mi». En este punto en su vida, solo estaba preocupado consigo mismo.
En lugar de responder con gratitud y contentamiento, el hombre ofreció la respuesta equivocada a la bendición que recibió: la avaricia.
El diccionario define la avaricia como «un deseo egoísta de tener más de algo (sobre todo el dinero)». Las Escrituras condenan la avaricia como idolatría (Colosenses 3:5).
El plan del hombre era simplemente el seguir atesorando bienes y solamente ocuparse consigo mismo.
Y ese es el problema con las riquezas: nos pueden alejar de los demás y de Dios. Simplemente nos pueden llevar a solamente querer más y más.
La Futilidad de la Avaricia
20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”
21 Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.
¿Es la enseñanza de este pasaje que vamos a morir inmediatamente si somos codiciosos? ¿Qué Dios necesita nuestro dinero?
Por supuesto que no. El primer punto que nos enseña es que todos estamos aquí hoy y ya mañana no estamos.
Nuestra vida en la tierra es muy breve en el contexto de la eternidad.
Mostramos un corazón de sabiduría cuando entendemos esa realidad (Salmo 90:12). Nuestros días están en las manos de Dios.
En segundo lugar, también enseña que no importa lo mucho que podamos almacenar aquí en esta tierra, no podemos llevarnos nada con nosotros. Todo se quedará con otra persona.
Finalmente, Dios no necesita nuestro dinero. Él es dueño de todo (Salmo 24:1). La lección de hecho es que hay que poner el dinero y la riqueza en el contexto adecuado.
La Respuesta Adecuada a Las Riquezas
Cuando somos ricos para con Dios, estamos poniendo la prioridad en lo que importa a Él.
Esto significa que utilizamos nuestras riquezas de acuerdo a lo que Él quiere hacer, no por lo que queremos hacer.
El hombre estaba preocupado sólo consigo mismo y Dios le mostró la inutilidad de su forma de pensar.
En lugar de ello, tú y yo podemos pensar primero en Dios y en los demás. Podemos elegir ser una bendición para todos los demás.
Sí, debes cuidar de ti mismo y de tu familia (I Tim 5:8).
Pero no te detengas ahí. Comparte con los demás.
En cada oportunidad que tengas, haz lo que puedas, por quien puedes, con todo lo que puedas (I Juan 3:17-18).
Esa es la respuesta adecuada a las riquezas.
19 No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban;
20 sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban;
21 porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Mateo 6:19-21 (LBLA)
Pregunta: ¿Cómo puedes desarrollar tu músculo de generosidad hoy?
This post is also available in: Inglés